martes, 23 de septiembre de 2008

Frío

Vino el frío, y con él la noche. O tal vez fue al revés.

Cada cierto tiempo le recordaba, y el recuerdo se me clavaba como una incómoda espina en el paladar, difícil de quitar.

Me pasé largas horas arrancando respuestas a pétalos en el desasosiego del que necesita del otro para respirar el mismo aire.

Pero renuncié, y me sosegué. Y todo se serenó en una estéril calma constante de equis que tiende a más infinito.

Dejé de deshojar margaritas y me dediqué a plantar rábanos. Tenía unas verduras preciosas, pero las flores se me marchitaban antes de eclosionar. El aire era sólo mío.

Pasaron los años y no le borré de mí. No pude. No puedo. No quiero. Sólo le dejé en el armario, en un cajón del fondo, para que cuando abra las puertas para sacar algo, no pueda atisbarlo a simple vista.

martes, 2 de septiembre de 2008

Volver

Un quejumbroso lamento seguido de la tenaz amenaza de la ida sin retorno, del paso hacia el abismo y del no mirar atrás para no convertirse en sal. Sin vuelta de hoja. Y más que la hoja, personalmente preferiría la flor.


Me dejó con un palmo de narices, y yo pensé ¿qué coño hago ahora con tantas narices?


...Y me senté en la escalerilla de casa a esperarle.