Mueves las frases como si fueran peones, caballos y rey. Las deslizas sobre el tablero como quien camina a oscuras por su casa sabiendo todos los rincones y las aristas que tiene, sin tropiezos. Es tu tablero, siempre lo ha sido.
Pruebo con el alfil, pruebo con la torre. Me adelanto. Vislumbro la victoria porque a instantes me parece saber cómo quieres proteger la reina.
Preparo mi jugada maestra, entre la excitación de saber que voy a sorprenderte y la calma que da el pensar con la mente fría. Tomo mi ficha y la muevo, controlando la impaciencia para que parezca que el aplomo es absoluto.
Mierda! Me jodiste la reina de nuevo.
¿Otra partida?
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8 comentarios:
K,
No sé por qué ver la contienda también en las frases. Intento desde hace mucho no caer en la competencia, sólo porque no sé templar la misma; acaso nunca supe perder. Pero, lo más cierto, es que muero por la envidia de saber de gentes que gozan en la cntemplación sincera del adversario que jamás lo fue.
Como siempre la escalvitud de nuestras miserias.
K, a ti te va la marcha que no la conpemplación, don't you? .
bsos.
ANÓNIMO: Querido S.;
No es contienda, porque ello entraña violencia.
No es competencia, porque ello entraña estrés.
No soy una gran competidora... de hecho odio el parchís porque siempre pierdo y tengo una estrategia de mierda. Me aburro en el Monopoly porque siempre acabo pidiendo préstamos a los otros jugadores. Yo juego para divertirme, no para derrotar.
Pero las frases son otra historia, y su manejo un talento del que siempre hay alguien del que aprender.
Y lo que me fascina es quien sabe manejar las palabras como fichas en un tablero, contrarrestando cada ataque y disfrazando la estrategia.
La contemplación es para éxtasis místicos, y yo de eso no gasto. Y uno solo puede aprender equivocándose, no sólo mirando al maestro.
Bsos
K,
Las contiendas no tienen por qué ser violentas ni las competiciones estresantes.
La victoria aunque nimia atrae a todos, y las frases no son otra historia; son otro medio.
S.
mejor un parchís...
o un dómino y unos pacharanes...
El ajedrez requiere mucha práctica, concentración, soledad...
Por otra parte nos indica inmediatamente nuestras própias limitaciones cuando vemos que no somos capaces de hilvanar más allá de tres o cuatro jugadas, antes de que nuestro pobre cerebro empiece a licuarse.
De manera que admiremos a los maestros e intentemos aprender de ellos.
Con afecto.
ANÓNIMO SUL.: S.;
¿Qué crees que puedo contestar a esto? Nada!!!
Bueno, tal vez… qué, ¿otra partidita? (touché!).
Un beso!
MARTÍN: Bienvenido!
Mmmmmmm… el parchís, la verdad, desde siempre se me ha dado fatal, así que, mejor el dómino y sobretodo sobretodo, los pacharanes… ;)
Un besazo!
CRONOPIO: Mi querido Cronopio;
Admirémosles y sobretodo, temámosles, porque suya es la victoria silenciosa del jaque mate sin salida aparente.
Aunque claro… ¿quién dijo que el pupilo no pueda sorprender al maestro??
Con cariño.
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